El confinamiento temprano y el enfoque colectivo de De La Isla para hacer frente a la pandemia fue una hazaña de organización. Puso en marcha soluciones creativas para ayudar a sus conciudadanos, incluida una página web respaldada por la ciudad para combatir la desinformación e incluso una transmisión en directo de la propia alcaldesa en la que leía libros ilustrados para mantener a los niños entretenidos. De La Isla, quien creció en Puerto Rico antes de trasladarse a Kansas en el año 2000, habla de los retos a los que se enfrentó y de su decisión de alejarse de la política al final de su mandato para dedicarse a la filantropía.
De La Isla: Si fuera a haber un momento para demostrar que eres una buena líder, era justo este. El nivel de comunicación que necesitábamos para tener éxito con las diferentes partes interesadas era una locura. Y no solo eso, sino que, además, lo situamos en el contexto de unas elecciones muy acaloradas que convirtieron un tema médico en un asunto político, y que dividieron a nuestro país en una forma que los alcaldes nunca habían tenido que afrontar. Fue una experiencia muy desafiante en la que, irónicamente, agradezco haber tenido que servir a mi comunidad de esta forma durante esta época tan difícil. Fuimos muy audaces y cerramos la ciudad incluso antes de registrar el primer caso. Algunos pensaron que estábamos locos, pero yo me sentí muy cómoda con esa decisión.
Intentamos, en la medida de lo posible, dar a nuestra comunidad un espacio para que se sintiera partícipe. Yo decía: “Ofrezcamos una línea de ayuda para recibir llamadas de las personas que están solas en sus casas y no tienen alguna interacción humana”. Así que definimos que podríamos tener una línea a la que la gente pudiera llamar y hablar con alguien. Recuerdo que, cuando tuvimos el problema de que las escuelas ya no podían alimentar a los niños, involucramos a las iglesias. Sencillamente, se trataba de tener a todos estos grupos de conciudadanos unidos, trabajando todo el tiempo y sintiéndose parte del proceso por completo.
“Fue una experiencia muy desafiante en la que, irónicamente, agradezco haber tenido que servir a mi comunidad de esta forma durante esta época tan difícil”.
Era muy importante para mí y para nuestro equipo garantizar que todo el mundo tuviera información veraz, que la gente tuviera espacios en los que pudiera discrepar y hacer preguntas realmente difíciles para que, finalmente, pudiéramos llegar a un entendimiento común de que queremos salvar vidas. Gran parte del debate empezó a calmarse cuando entendieron que nuestro objetivo número uno era, ya sabes: “No queremos que la gente muera. No queremos detener sus libertades”. Aunque no estuvieran de acuerdo, la gente estaba un poco más dispuesta a colaborar y cooperar. Nuestros hospitales jamás, jamás, incluso en los momentos más críticos, le dieron la espalda a nuestros residentes locales. Estoy muy orgullosa de que hayamos sido capaces de mantener nuestra comunidad a salvo. Estoy agradecida de que estemos donde estamos ahora.
Siento que es el momento para mí de sanar por todo lo de los últimos años. Llegué a la ciudad tras el tiroteo mortal de un hombre afrodescendiente a quien le dispararon dos oficiales blancos. Ese fue un año sin descanso, de intentar comprender cosas que, como mujer de color, no entendía que estuvieran sucediendo bajo mis narices y en mi comunidad. Estaba entrando en crisis. Fue un proceso de aprendizaje y mucho estrés. Y, justo después de eso, tuvimos la pandemia, y luego tuve elecciones en el Congreso y luego tuve COVID este año; todavía estoy tratando de sanar de eso. Así que, después de casi nueve años, siento que le he dado a mi comunidad probablemente los mejores años de mi vida y siento que ahora es el momento de poder alimentar mi alma y el trabajo filantrópico que estoy haciendo. La otra cosa es que, para mí, la política no es una carrera. Es un servicio, y lo mejor que puedes hacer es dejar algo mejor para que alguien más pueda venir a seguir capitalizando sobre esos triunfos. Es hora de hacer cosas nuevas, y es momento para mí de sanar.