Después de tramitar sus papeles, primero en Qatar y luego en Virginia, la familia aterrizó en la bahía de San Francisco. Se dirigieron a California porque los antiguos colegas de Fraidoon y su familia extensa también viven ahí. Fraidoon dice que sus amigos les dieron un lugar donde alojarse una vez que llegaron y convencieron al Comité Internacional de Rescate de Oakland para que diera prioridad a su caso. El IRC remitió a la familia a una organización sin ánimo de lucro, Welcome the Stranger, que apoya a una familia de refugiados al año. Ahora viven en una casa propiedad de la organización sin ánimo de lucro con el alquiler subvencionado, el IRC está pagando sus primeros seis meses allí. “Fue como un sueño cuando vimos esta casa”, dice Fraidoon. “Solo buscábamos una habitación individual”.
Mientras la familia Khamosh trabaja con un equipo de voluntarios para adaptarse a la vida en Estados Unidos y en el Área de la Bahía (desde la compra de alimentos hasta la inscripción de los niños en la escuela, pasando por aprender inglés y el uso del transporte público), la familia también se centra en el futuro y se pregunta dónde podrán vivir y qué harán para trabajar. Todos los días se sienten lentos y ajetreados a la vez. Según Fraidoon, cuando los momentos de tranquilidad se cuelan entre el agobio, sienten el alivio de estar a salvo. “No puedo olvidar que fuimos evacuados por el ejército estadounidense”, menciona Fraidoon. “Pero ahora todo está bien. No pasa nada. Solo pienso en el futuro”.
La búsqueda mundial de cómo ayudar a los refugiados afganos alcanzó un récord histórico en 2021.