Mi abuelo es dueño de una granja multigeneracional en Thorntown, Indiana. La granja lleva en la familia más de cien años. Mi padre se dedica al cultivo, y yo también los ayudo. También participo activamente en 4-H y FFA.
En 2019, comencé a investigar sobre el estrés agrícola porque lo vi en mi propia familia, específicamente con mi padre. Comencé a escribir un discurso de la FFA llamado “Acabar con el estigma”. Los agricultores tienen dos veces más probabilidades de suicidarse que la población general. Existen muchos factores involucrados que llevan a eso, especialmente la economía. Así que, de 2013 a 2017, los ingresos netos de la agricultura disminuyeron un 40%, lo cual es drástico. Cerca de 450 agricultores en todo el Medio Oeste se suicidaron. Luego tuvimos el golpe de la COVID-19. La Federación Estadounidense de la Oficina Agrícola detectó que alrededor del 66% de los agricultores dijo que la pandemia había impactado negativamente su salud mental. Y el 87% de los agricultores dijo que era importante reducir el estigma de la salud mental en la comunidad agrícola.
“Los agricultores ya empiezan a decir: ‘Estamos estresados y vemos el estrés en nuestros amigos y en nuestras familias’.”
Los agricultores ya empiezan a decir: “Estamos estresados y vemos el estrés en nuestros amigos y en nuestras familias”. Hay que hacer algo porque los agricultores están sufriendo, y las familias de los agricultores también. Al igual que la agricultura, tenemos que ser resilientes. Somos resilientes. Pero, definitivamente, tenemos que impulsar algunos programas y ofrecer soluciones para nuestros agricultores. Los agricultores son tercos, todos lo sabemos. Tenemos que capacitar a las personas que se reúnen a diario con los agricultores para que sepan detectar los signos de estrés y puedan ayudarlos a afrontarlo. Les ayudará mucho saber que no están solos, que no son los únicos que se sienten así.
Con mi generación, estamos más abiertos a la conversación sobre la salud mental que las generaciones anteriores. Podemos iniciar la conversación y, entonces, quizá las generaciones anteriores puedan abrirse a la conversación y empezar a mirarse a sí mismas y decir: “Necesito ayuda”. Aunque seamos una generación muy joven, eso no significa que no tengamos cosas que ofrecer o que no tengamos conocimientos, porque somos hijos de familias de agricultores. El estrés no sólo afecta al agricultor, sino también a los cónyuges y a los hijos. Así que, no importa quién inicie la conversación, alguien tiene que decir algo. Luego, podemos conseguir que otro montón de personas se unan a nosotros, y los agricultores empezarán a darse cuenta de que no están solos.